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martes, 21 de abril de 2009

El burrito Ruc

Más allá de las montañas, en los campos donde muchos animales vivían, se encontraba Ruc. Ruc era un burrito afable, solidario, simpático y sabía entretener de forma muy divertida a sus amigos, otros burros, caballos enanos, patos, palomas, conejos y cabras. En aquel lugar de campos verdes y llenos de margaritas, donde respiraban brisa fresca y disfrutaban de un cielo azul precioso, también vivían caballos. Aquellos caballos eran altos, esbeltos, de melena siempre al viento y desenredada, su pelo tan brillante como sus ojos y sus patas se movían con suavidad y mucha elegancia.
Ruc era un burro especial, hacía piruetas, era capaz de batir sus orejas y sostenerse en el aire durante unos segundos, daba volteretas, tocaba la trompeta y gastaba tantas bromas que sus amigos no podían aguantar la risa mientras estaban con él. Pero Ruc era feo.
Los caballos, orgullosos de sus patas elegantes y sus melenas de pelo entero miraban al resto de los animales con soberbia. Se creían bellos y siempre eran los primeros en ser visitados por los niños que paseaban por allí.
Ruc esperaba siempre impaciente la visita de los niños, ellos siempre se reían a carcajadas y acababan por tocarle y acariciarle, y a Ruc el cariño le hacía feliz.


- A veces, me gustaría ser caballo, son bellos y majestuosos- dijo Ruc
- Pero Ruc, estos caballos nunca ríen y nunca hacen nuevos amigos- dijo uno de los caballos enanos- mírame a mí, mis patitas son cortas y soy incluso más bajito que tú.
- Caballito enano, ¡¡¡tú eres caballo!!!- añadió Ruc
- Sí Ruc, pero yo no soy feliz por ser caballo como ellos, yo soy feliz porque cada día tengo vuestra compañía y porque sé que contáis conmigo. Nosotros también contamos contigo Ruc, y además, tú eres un burro, ¡y un burro muy especial!


Ruc y el caballito se dieron un abrazo, y tumbados en el campo, observaron, juntos durante un buen rato, el cielo azul precioso de aquel día. El resto de los animales se unieron a ellos, para pasar lo que quedaba de tarde contemplando como el sol se escondía detrás de aquellas montañas. Mientras tanto los caballos les observaban con un atisbo de soledad en su mirada.
Ruc propuso a sus amigos invitar a los caballos a mirar el cielo azul precioso con ellos, y tras pensarlo y decidirlo entre todos, hicieron una señal a los caballos para que se acercaran.
Todos predispuestos a conocerse, sólo tardaron unos minutos en entablar conversación. Poco a poco Ruc se sintió más y más cómodo con los caballos. Su espontaneidad divertía a todos, por lo que finalmente Ruc pensó que era momento de ofrecer su particular espectáculo a todos los que allí estaban. Empezó a brincar, a hacer muecas, volteretas, agitó sus alas y voló durante unos segundos, ¡y cómo no! tocó la trompeta.
Se rieron tanto que llegaron a caerse al suelo de la risa, y cuando consiguieron parar, todos miraron el cielo azul precioso, pero esta vez había una nube, una nube en forma de caballo que rápidamente cambió para tener forma de burro.
Desde entonces, todos supieron que no eran tan distintos, y que su aspecto, color de pelo y de ojos no dependía de ellos mismos, sino de la forma de una nube que había sido moldeada por el viento, justo antes de que pudieran abrir sus ojos por primera vez.


Ya los niños nunca más visitarían a unos antes que a otros.


2 comentarios:

  1. Si es que después de tanto mirar para otro lado, buscar y buscar, querer lo que tiene otros y no prestar atención a nuestras pequeñas y maravillosas cosas que nos hacen únicos...

    Descubrimos que mirar al cielo a veces es suficiente. Muy lindo el cuento.

    Cariñitos.

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  2. Bonito cuento ....con un precioso mensaje final...enhorabuena hija.....

    Montse.

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